17 marzo 2011

A la memoria de Mohammed Bouazizi - I


Tariq Tayyib Mohammed Bouazizi (en árabe: طارق الطيب محمد البوعزيزي‎ ), más conocido como Mohammed Bouazizi (Sidi Bouzid, 29 marzo 1984 – Ben Arous, 4 enero 2011) llamado "padre de la Revolución Tunecina".
Su padre, trabajador de la construcción en Libia, murió cuando él tenía 3 años y su madre se casó con su tío algún tiempo después. Tenía 6 hermanos menores y dada la mala salud de su tío, tuvo que trabajar desde los 10 años, abandonando la escuela.
Vivía en una modesta casa de un pueblo rural de Túnez, agobiado por la corrupción y una tasa de desempleo del 30%. Trabajaba como vendedor ambulante de frutas y verduras para sostener a su familia con los aproximadamente 140$ al mes que lograba ganar a la vez que intentaba darles una educación, especialmente a una de sus hermanas que quería asistir a la universidad.
Un amigo cercano dijo que “fue un hombre popular, que daba fruta gratuitamente a familias más pobres aún”.
Regularmente la policía le confiscaba sus mercancías, pero su voluntad de seguir ganándose la vida le llevaba a seguir persistiendo en su quehacer.
En la mañana del 17 de diciembre del 2010 Bouazizi comenzó su jornada para vender las mercancías que había comprado el día anterior gracias a un préstamo de unos 200$. Sobre las 10:30 horas la policía comenzó a hostigarle de nuevo, aparentemente porque no tenía un permiso para vender. La venta ambulante es ilegal en Túnez, aunque son muchos los habitantes a los que apenas les queda otro remedio, aunque sea mediante pagos a la policía para que haga la vista gorda a esa ilegalidad. Bouazizi no tiene los fondos para sobornar a las autoridades, dos de los hermanos acusaron a éstas de extorsionar a su hermano. En Sidi Bouzid, quienes no tienen las conexiones adecuadas o dinero para los sobornos son humillados e insultados y no se les permite vivir, denuncia la población.
La familia Bouazizi afirma que fue humillado públicamente cuando una policía, Faida Hamdi, le dio una bofetada en la cara, le escupió, le confiscó la balanza y tiró el carro en el que llevaba sus mercancías; también difamó a su padre.
Bouazizi, enojado por la confrontación, fue a la oficina del gobernador para quejarse. El gobernador se negó a verlo o escucharlo y Bouazizi respondió en la oficina, según es citado: “Si usted no me ve, voy a quemarme a mi mismo”. A las 11:30, menos de una hora tras el altercado, se roció con gasolina delante del edificio del gobierno y se prendió fuego.
18 días después, el 4 de enero de 2011, a las 17:30 horas, Bouazizi murió en Ben Arous.

Inicio así, con esta mini biografía y este suceso que ya forma parte de nuestra conciencia histórica, un análisis astrológico de unos acontecimientos que considero importantes, al menos dentro de los tiempos que estamos viviendo.
Algo me llamó la atención de este hecho histórico. Una persona anónima, sin ninguna trayectoria política ni apenas formación alguna que se sepa, logra convertirse con su sacrificio personal, desgraciadamente de una forma literal aquí, en el catalizador de unos hechos que acabaron derrocando a los gobernantes de dos países, el propio Túnez y Egipto, y un tercero, Libia, en vías de lo mismo en estos momentos, es decir, en todos sus países vecinos.
Todo el mundo árabe ha visto, empezando por los propios vecinos de Mohammed, vivificada su esperanza de un “es posible lograrlo”. Millones de jóvenes, junto con sus familias, han manifestado una clara voz en grito que dice BASTA. Ya no puede ser ignorada, independientemente de que todos ellos logren el fin buscado.
Teniendo en cuenta las peculiaridades de la cultura árabe y de los países en donde es mayoritaria, es absolutamente trascendente que una sola persona haya sido capaz de sembrar esa Esperanza y de despertarlos de un sueño, un largo sueño.
Teníamos ejemplos de discursos que apelaban a las armas para lograr algo así. Teníamos ejemplos que durante años y años han usado la diplomacia en negociaciones que todo el mundo sabe fracasadas antes de empezar. Teníamos el ejemplo, Gandhi, de alguien que con un discurso y hechos de “no violencia” era capaz de lograr objetivos semejantes. Ahora tenemos el ejemplo de alguien tan “normal” o “anónimo” como cualquiera de nosotros que, sin antecedente alguno excepto la propia frustración y la resolución absoluta a oponerse a la negación de la expresión y canalización de su propia individualidad, es capaz de alcanzar un significado entre sus semejantes.
Muchas personas se han inmolado a lo largo de la historia, pero ninguno había logrado un impacto tan grande y sorprendente en la conciencia de sus semejantes. ¿Qué ha pasado aquí? Alguien ha sido el abanderado de algo. ¿De qué? Esta historia no ha acabado.